El EBITDA es uno de los indicadores financieros más conocidos y utilizados para analizar la capacidad de una empresa para generar beneficios. Sus siglas forman un acrónimo a partir de la expresión inglesa Earnings Before Interest Taxes Depreciation and Amortization. Es decir, esta cifra muestra el beneficio de una compañía antes de restar los intereses que se tienen que pagar por la deuda contraída, los impuestos propios del negocio, las depreciaciones por deterioro y la amortización de las inversiones realizadas. En definitiva, el propósito del EBITDA es obtener el beneficio bruto de explotación antes de la deducibilidad de los gastos financieros para mostrar una imagen fiel de lo que la empresa está ganando o perdiendo en relación a su actividad pura y dura.
Aunque existen otras medidas alternativas para calcular el rendimiento, el Banco de España reconoce que el EBITDA es una de las más populares entre las empresas no financieras. Si eres autónomo o pequeño empresario, sigue leyendo porque este artículo te interesa muchísimo.
La fórmula para el cálculo del EBITDA es muy sencilla:
EBITDA = Resultado de Explotación + Provisiones + Amortizaciones
Así, una vez calculado el «resultado de explotación», se deben sumar las cantidades correspondientes a provisiones y amortizaciones de activos; que serían los gastos operativos (costes de personal, alquileres, compras, luz, publicidad…) y los no operativos (renovación de equipos, amonestaciones, etc.).
A continuación, vamos a ver el cálculo de EBITDA de una empresa ficticia:
Ingresos: 30 000 €
Gastos: 12 000 €
EBIT: 18 000 €
Amortizaciones: 2000 €
Provisiones: 1000 €
EBIT (Ingresos - gastos) + amortizaciones + provisiones
EBITDA: 21 000 €
Una buena lectura del EBITDA nos dará una visión inmediata de la eficiencia operativa de una empresa, ya que nos proporciona un indicador claro sobre la capacidad para generar beneficios que tiene el negocio por sí mismo con independencia de cómo se haya financiado o estructurado.
Por último, para afinar en la interpretación del EBITDA, es necesario distinguir entre EBIT y EBITDA. El EBIT (Earnings Before Interest and Taxes) es también un dato financiero que señala los beneficios de la empresa, pero antes de los intereses e impuestos. A través del EBIT, los accionistas conocen el resultado real de la actividad de la empresa. El EBITDA, sin embargo, nos da a conocer lo que es capaz de generar un determinado proyecto, si es positivo o no, sin tener en cuenta los aspectos financieros y tributarios o las políticas de depreciación y amortización.
Como hemos visto hasta el momento, el EBITDA es un indicador financiero que resulta muy útil para conocer la rentabilidad de un proyecto; si embargo, es necesario aclarar algunos puntos para no incurrir en una mala interpretación del mismo:
Con el fin de que la información que arrojan las compañías sobre el EBITDA sea rigurosa, la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA) establece que las entidades que hagan uso de este indicador deben justificar el cálculo efectuado a partir de variables contables estandarizadas, definidas en las cuentas anuales elaboradas según el marco normativo que le sea de aplicación. Además, el cálculo ha de mantener la coherencia en su utilización, tanto en los diferentes documentos que difunda la entidad cada periodo como en los sucesivos ejercicios económicos. Asimismo, recomienda a aquellas compañías que utilicen para la presentación de sus resultados el EBITDA que lo acompañen de información suficiente al respecto con el fin de garantizar la transparencia en las cuentas de la empresa.
Así pues, si estás pensando en calcular el EBITDA para valorar la idoneidad de un proyecto empresarial, es importante que tengas en cuenta todas estas variables y que acompañes el análisis de otros datos de interés sobre la sociedad. En Creditea, ponemos a tu disposición nuestro microcrédito rápido online para que puedas emprender o invertir de la forma más profesional y segura.