En el mercado financiero conviven multitud de tipos de préstamos con características diferentes. Conocerlos en detalle nos ayudará a seleccionar aquél que mejor se adapte a nuestras necesidades o situación financiera. ¡Vamos a ello!
Los préstamos personales son aquellos productos financieros que nos permiten financiar la adquisición de bienes duraderos (por ejemplo, un coche), pagar un máster, realizar un viaje o financiar reforma. Este tipo de servicio se formaliza mediante un contrato en el que se establece la cantidad concedida y las cuotas periódicas que tendremos que pagar, en las que se incluyen los intereses, comisiones y gastos conforme a las condiciones pactadas.
En los últimos años, gracias al avance de la tecnología Fintech, los préstamos rápidos se han ido posicionando como el mejor producto para este tipo de financiación. Entre sus ventajas está la rapidez (en un periodo de entre 24 y 48 horas ya puedes acceder al dinero solicitado), la flexibilidad a la hora de solicitar el crédito y la seguridad (además de estar reguladas por la Ley 16/2011 de contratos de crédito al consumo y actuar bajo la supervisión de las autoridades autonómicas, las entidades de créditos rápidos disponen de una tecnología online que les permite combatir el fraude y la estafa, así como los delitos de suplantación de identidad).
En este sentido, merece la pena que sepamos también cuáles son las principales diferencias entre un crédito y un préstamo, ya que aunque para muchos ambas opciones son equivalentes, es importante conocer sus características distintivas para elegir la mejor opción teniendo en cuenta nuestras condiciones.
Una de las situaciones más comunes en las que las empresas necesitan solicitar un préstamo es cuando deciden realizar una inversión importante en un bien o en un servicio para mejorar la productividad o impulsar el crecimiento del negocio. En el contexto actual, con motivo de la crisis económica, las compañías no han tenido fácil acceso a los préstamos y créditos por parte de las entidades financieras tradicionales. Afortunadamente, han surgido nuevas figuras y operaciones legales que permiten obtener la liquidez necesaria para el día a día de forma rápida y sencilla.
No obstante, hay que tener en cuenta que cuando un emprendedor se enfrenta a la situación de solicitar un préstamo para empresas debe aportar la documentación que justifique ante la entidad financiera no sola la necesidad, sino también la viabilidad de esta operación, con el objeto de hacer frente a su amortización. En este sentido, las nuevas entidades financieras que operan a través de internet de forma ágil y eficiente permiten realizar las gestiones necesarias online para recibir la inyección económica en el momento preciso para la inversión.
El sector de los autónomos es, sin duda, uno de los que más dificultades encuentran a la hora de obtener financiación. En el caso de las entidades financieras tradicionales, además de la documentación habitual, se suele solicitar la siguiente documentación:
Plan de negocio.
Facturas proforma o presupuesto de la inversión a realizar.
Declaración de Hacienda de los últimos tres años, con resúmenes anuales de IVA e IRPF o Sociedades.
Declaración trimestral a Hacienda del año en curso y situación de la contabilidad en el momento de la solicitud.
Detalles de las operaciones de financiación que tenga el solicitante con otras entidades financieras.
Último pago a la Seguridad Social.
Justificante de ingresos estables.
Fotocopia del documento de alta como autónomo.
Antigüedad en la empresa y tipo de contrato.
Además, a la hora de solicitar uno de estos préstamos para autónomos es convenientes valorar algunos aspectos:
Considerar la contratación de préstamos a corto plazo, dado que son muy útiles para afrontar descubiertos en momentos puntuales en los que se necesite liquidez.
Buscar productos bancarios diseñados específicamente para autónomos, ya que estos responden mejor a las necesidades concretas de este colectivo.
Antes de solicitar el préstamo, es recomendable realizar un exhaustivo plan de negocio en el que se tenga en cuenta los pagos que se van a realizar. Para ello puedes diseñar un cuadro de amortización donde se desglosen los intereses y el capital que se va a pagar durante el plazo que dure el préstamo.
Los préstamos al consumo son todas aquellas operaciones financieras destinadas a satisfacer necesidades personales. Se trata, por tanto, de créditos solicitados por un consumidor que tiene la necesidad de adquirir bienes o servicios para un uso no profesional: la compra de mobiliario, la adquisición de un electrodoméstico, la necesidad de cubrir los gastos de una boda, un viaje, etc.
Normalmente, este tipo de producto se suele ofrecer en los propios establecimientos donde se adquiere el bien o servicio, se trataría de una especie de pago aplazado. Con ello se facilita al usuario la realización de la compra, ya que puede contratar en el mismo momento el servicio de financiación, sin tener que realizar más trámites o desplazamientos. No obstante, el consumidor está realizando el trámite directamente con una entidad por lo que, el establecimiento, en realidad, estaría ejerciendo de mero intermediario.
Al igual que en los préstamos tradicionales, normalmente se estipula en el contrato el plazo en el que se amortizará la deuda, así como los intereses que deberá satisfacer el solicitante por el pago en cuotas de la misma.
Los préstamos para estudiantes son una alternativa cada día más común para aquellas personas que están interesadas en potenciar su desarrollo profesional bien realizando un máster bien accediendo a cursos de especialización, doctorado o estancias en universidades extranjeras.
Normalmente este tipo de préstamos suelen diferenciarse en función de la finalidad a la que se destinen los fondos:
1) Préstamo para becas: se trata de un adelanto al alumno que ha sido becado para sufragar los gastos que tenga hasta que reciba el dinero de dicha beca por parte de la institución.
2) Préstamo para matrículas: esta ayuda económica se destina al pago de las tasas universitarias. Puedes incluir además una cantidad para cubrir los gatos de material escolar, alojamiento o manutención.
3) Préstamo para postgrado: normalmente se utiliza en los casos en los que se quiera cursar un máster o doctorado.
4) Préstamo para estudios en el extranjero: en este caso se destina la cantidad a cubrir los gastos de un Erasmus u otro tipo de residencia en una universidad extranjera.
Un préstamo hipotecario es aquel cuya finalidad es la concesión de una determinada cantidad de dinero que irá destinado a la compra o restauración de un bien inmobiliario. Este tipo de financiación además de implicar cantidades de dinero superiores a las de los préstamos personales, cuenta con una garantía real para la entidad financiera. En caso de que el cliente no tenga la capacidad de devolver el dinero comprometido en el préstamo, la empresa crediticia puede vender el inmueble hipotecado para resarcir la deuda o convertirse en el propietario de la misma. Así, al contar con una garantía efectiva, es una de las operaciones de préstamo más seguras para la entidad que la concede.
Debido a las elevadas cantidades concedidas, los plazos para su devolución suelen ser más largos y el tipo de interés a pagar más reducido.
El importe máximo concedido por la entidad financiera suele rondar el 80 % del valor de tasación del bien inmueble y la cuota a pagar suele situarse en el 35 % de los ingresos netos mensuales de la persona que lo solicita.
Como hemos visto, un préstamo es un compromiso que no se debe tomar a la ligera. Para poder hacer frente y sacar la mayor rentabilidad, debemos adquirir un conocimiento previo de los tipos de préstamos y sus características particulares, así como realizar un estudio de nuestras capacidades financieras para hacer frente a la deuda en los plazos establecidos.